“La infernal Escalera
en el Helicoide”
“La tortura se inicia con
pequeños ensayos: Muchas veces los esbirros de la dictadura “olvidaban”
suministrar alimentos a los secuestrados políticos. Los dejaban de pie o
sentados días, semanas enteras. Se negaba el detenido a los familiares.
Golpear, abofetear, fueron prácticas que se transformaron en una
sistemática manera de interrogar para quebrar, desmoralizar y convertir a
un hombre en guiñapo… Electricidad, sed, hambre, manguera, garrote,
colgar a los detenidos por los pies, los brazos, quemarlos en sus partes
más sensibles. Todo. Además había que crear los sitios del terror en la
mente de los torturados: El Junquito, Ojo de Agua, los sótanos de la
Seguridad Nacional… La tortura es una muerte lenta que no termina nunca
en las huellas que deja en el torturado”
Este párrafo lo he tomado del libro titulado “Pedro Estrada
y sus crímenes”. El autor: José Agustín Catalá, conocido como “la
memoria editorial de la dictadura, su acusador implacable, irreductible y
sistemático”. Tuve la fortuna de conocerlo, fue colaborador, amigo y un
hermano para mi padre quien alguna vez escribió de él: “pagó con
dolores de su carne la lealtad a los principios”.
Su ejemplo –el de José Agustín- me lleva a escribir hoy lo que nadie habla, sobre lo que poco se escribe.
En esta Venezuela gobernada por quienes se califican como
revolucionarios, existen lugares de torturas, un Ojo de Agua con otro
nombre: la Escalera. Esta ubicada en el Helicoide, Caracas, sede mas
antigua de el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), la
Escalera es un lugar de castigo severo para aquellos que se enfrentan a
las nefastas ejecutorias del régimen.
Ya pasar las horas, días, noches, semanas y años en los sótanos del
SEBIN es insoportable.
Hacinados, sin ver el sol ni tampoco la luz
eléctrica, malolientes, con visitas restringidas y sometidos al capricho
de un celador. Pero, la Escalera, es infinitamente peor. En ese
estrechísimo lugar solo hay eso, una escalera en total oscuridad. A
quienes allí encierran, suben y bajan una y otra y otra vez los
escalones. Los cuentan, se caen, se levantan, tratan en la tiniebla de
familiarizarse con el lugar. En ella duermen o intentan hacerlo, se
encogen al tamaño de un peldaño, acurrucándose en un escalón. ¿Comen? No
sabemos.
Allí no hay baño. Los presos aguantan hasta que sus esfínteres
deciden abrirse botando la orina, mezclándose con las aguas negras que,
como hilo de cascada, moja y empapa todo el lugar. Aguas hediondas e
infectantes que solo pueden consumir los roedores que acompañan a los
torturados en su soledad.
Este suplicio viene acompañado en ocasiones de otro peor. ¡Siempre
puede ser peor! Como el guindarlos con las esposas colocadas en su
muñecas de los tubos que arman la escalera y dejarlos allí… balanceando
el dolor.
¿Por qué alguien es recluido en la Escalera y otros sitios de martirio como el que nos narrara en su escalofriante crónica “La Tumba”,
el escritor y amigo Leonardo Padrón? Simple, amigo lector, por los
señalamientos de un “patriota cooperante”, término acuñado por el
régimen para un sapo, nefasto personaje que acusa a un ciudadano sin
prueba alguna de “delito”, solo para complacer a un revolucionario a
quien le molesta el decir o pensar de un opositor. ¿Qué pensarían
nuestros libertadores y próceres de la independencia del calificativo de
“patriota” a un traidor y desleal?
El Ministerio Público, se supone es el garante del cumplimiento de la
Constitución y las leyes de la República, por ende, está obligado hacer
respetar los derechos humanos de los ciudadanos, de todos, honrados y/o
delincuentes. Para ello cuenta con fiscales especializados en la
materia, quienes tienen el deber de visitar y examinar las condiciones
del lugar de reclusión. ¿Conocen estos garantes del derecho la infernal
Escalera? Si la ignoran, tómese esta columna como noticia criminis.
Investiguen y sancionen a los culpables de estas violaciones a los
derechos humanos, porque de no hacerlo, se convierten en cómplices.
Señor Defensor del Pueblo: La tortura pareciera que se ha
institucionalizado de nuevo en Venezuela. Siempre escuchamos o leímos
que esas aberrantes prácticas se habían aniquilado con la salida de
Marcos Pérez Jiménez y su Seguridad Nacional en 1958. Usted, mas que
nadie, sabe que las violaciones a los derechos humanos, no prescriben…
nunca, jamás.
*Nitú Pérez Osuna, Venezolana. En 2013, fue despedida del canal Globovision, después de trabajar allí por 18 años, cuando el canal fue adquirido por nuevos dueños y cambió su línea editorial. Ex directora del programa radial venezolano “Aquí entre tú y yo” en RCR.
*A Pérez Osuna le estan “violando el derecho al trabajo”.Por: Nitu Pérez Osuna
@NituPerez
pereznitu@gmail.com
Caracas, miercoles 30 de septiembre, 2015
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